El café es la bebida que más se consume en todo el mundo, y sin embargo, aún resulta desconocido para muchos.

Resulta interesante conocer sus características y propiedades, los secretos de sus olores, colores y sabores y por qué vale la pena invertir en él algo de dinero y un poco más de tiempo.

Por supuesto, el de bolsita no es el más adecuado. <<Todo lo que se encierra y no puede expandirse no es bueno; es cierto que es cómodo, rápido, sencillo y barato, pero no es lo mismo. Un té, un café, es como un vino, depende de su origen y de su elaboración>>.

Las características de un buen té y café se deben también a su preparación. Si no lo sabemos preparar, lo estropeamos. Hay que tener unos parámetros de cantidad, agua, tiempo, temperatura… Tenemos que pensar que estamos cocinando, como si estuviésemos haciendo una buena paella.

El Expreso es, según los fundadores de esta asociación, la mejor forma de preparar el café y la que más satisfacción ofrece al consumidor. Prepararlo requiere una serie de conocimientos sobre el molido, las cantidades, la presión, la temperatura o el tiempo que pocos han adquirido.

Como paso previo indispensable, es necesario mantener una limpieza constante de la máquina que realiza el Expreso para que no queden restos de café entre la preparación de dos tazas. Se recomienda por un lado limpiar el filtro y por otro dejar caer un pequeño chorro de agua hasta que corra limpia.

Errores comunes en la práctica de los baristas. Siete “pecados capitales”

1. No limpiar con regularidad la máquina. Sobre todo entre taza y taza.
2. Colocar las tazas boca abajo encima de la máquina. Lo correcto es colocar la base pegada a la máquina para que esté caliente y no exista un contraste de temperaturas que enfríe el café y le lleve a perder virtudes aromáticas.
3. Moler más café del que se necesita para una taza, acumular el café molido y utilizarlo tiempo después. El café molido que no se utiliza en poco margen de tiempo acaba por perder gran parte de sus virtudes aromáticas. Una posible solución para que este café molido se conserve consiste en introducirlo envasado en una nevera sin humedad.
4. No controlar con regularidad el punto de molido del café. Cada día, según la humedad y otros factores, el punto de molido varía y hay que corregirlo de manera que siempre se respete la ecuación 25 mililitros de café en 25 segundos.
5. Calentar la leche en lugar de emulsionarla. El procedimiento correcto a la hora de tratar la leche pasa por llenar algo más de un tercio de la jarra con leche, introducir en ella sólo la punta del grifo de vapor e ir removiendo mientras se forma una espesa capa de espuma blanca. Sobre todo, no se debe llevar a la leche a una temperatura superior a los 65 ºC, ya que a partir de este punto se pierden las proteínas.
6. Utilizar tazas que no tengan forma cónica. La forma cónica permite al café que cae de la máquina deslizarse a través de la superficie de la taza sin que salpique o se pierdan parte de sus aromas.
7. Utilizar agua completamente destilada o no depurarla. Desde el Club aconsejan utilizar el sistema de depuración BRITA, que descalcifica pero no extrae del agua todos los minerales.