Coclicot invita a celebrar la ternura, inocencia y alegría de la niñez en su nueva colección

Coclicot presente en el país desde el año pasado, la marca trae su más reciente colección en la que ofrece vestidos para niñas e introduce la nueva línea de camisas para varón

Caracas, enero 2017. Coclicot, marca de moda infantil con sello venezolano, presentó su más reciente colección bautizada Be Our Guest, con la que hace una invitación para celebrar eso que resalta en los niños y que nos hace disfrutar tanto de las primeras etapas de la vida, la ternura, la inocencia y la alegría.

La colección presenta una paleta de color suave que incluye el rosa, verde, azul y blanco, el gran protagonista, que le otorgan a cada una de las piezas viveza y permiten transmitir elegancia. Con cada una de sus colecciones Coclicot busca crear piezas para las madres venezolanas, que permitan que sus hijos puedan verse bien, estar cómodos, pero nunca olvidar que son niños.

Compuesta por tres modelos de vestidos para niña, en los que resaltan la selección de telas, faldas amplias y los detalles de coquetos cuellos, son ideales para las princesas de la casa. Asimismo, la marca introduce dos modelos de camisa para varón en cuello Mao, perfecto para diferentes ocasiones como piñatas, primeras comuniones o reuniones familiares.

Be Our Guest rinde tributo a los juegos infantiles, a las mesas de pequeñas tazas de té y de dulces de plásticos con los que toda niña invita a sus padres y amigos a jugar. De esta forma la marca también le tiende una invitación a todas las madres para que conozcan el mundo Coclicot y lo que trae al mercado, piezas versátiles, elegantes y de calidad.

El colorido estampado de flores, las sutiles rayas azules en diferentes tonalidades y los detalles de bordado, son parte de los delicados algodones italianos utilizados para crear cada una de las piezas. Materiales que buscan brindar comodidad y libertad para que los niños estén a gusto al utilizarlas.

Desde su entrada en el mercado venezolano en mayo de 2016, la marca manejada y dirigida por un grupo de jóvenes comprometidos y creativos, se ha inspirado en la libertad y la inocencia de la niñez para ofrecer al mercado venezolano nuevas opciones de moda infantil que combina, calidad, durabilidad, elegancia, detalle y diversión.

Presente en diferentes puntos de venta a nivel nacional y recientemente en los Estados Unidos, Coclicot busca convertirse en la compañera ideal de las madres que buscan darle lo mejor a sus pequeños.

Fotografía por: Isabel Delascio

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Instragam: @coclicotkids
Facebook: Coclicot KidsWear
Prensa: coclicot.comunicaciones@gmail.com

Intenta recordar algo antes de esta edad, si lo logras eres un gran afortunado, y si la respuesta es no, no te sientas mal por no tener memoria.

Tómate unos minutos para reflexionar… ¿Ya? Probablemente, habrás sido capaz de recordar algunos detalles del entorno, a algún amigo de infancia cuyos rasgos se confunden y, quizá, cierto episodio intrascendente que no sabes muy bien por qué recuerdas. Poco a poco te das cuenta de que la información que recuerdas de los primeros años de tu vida es muy limitada, a continuación te damos la explicación.

La memoria es la capacidad de adquirir, almacenar y recuperar información. Somos quienes somos gracias a lo que aprendemos y recordamos. Sin memoria seríamos incapaces de percibir, aprender o pensar, no podríamos expresar nuestras ideas ni tendríamos una identidad personal.

Muchos pensarán que este olvido se debe a que aquello ocurrió hace mucho tiempo. Sin embargo, hagamos lo mismo con nuestra adolescencia y juventud. ¿Verdad que los recuerdos parecen más claros y somos capaces de recuperar los episodios de nuestra vida con un mayor grado de detalle? Como recuerdan todos aquellos que han estudiado la amnesia infantil, el nombre que recibe este olvido que abarca hasta los cuatro o cinco años de edad, no se trata de una cuestión de distancia temporal, sino de que, por diversas razones, la memoria autobiográfica de los niños es frágil. Si tienen hijos, prueben a preguntarles si recuerdan aquello que hacían a los cuatro años, sobre todo si estos tienen entre siete y diez años. Se sorprenderán de cómo parecen haber olvidado todo aquello que ocurrió hace apenas dos temporadas o, incluso, haber inventado acontecimientos que nunca tuvieron lugar.

Un desagüe en el cerebro por el que se cuela todo, pero ¿Por qué es importante el olvido?

Si recordásemos todo estaríamos tan enfermos como si no recordásemos nada. El olvido es necesario para nuestra salud mental ya que los recuerdos pasados sin importancia han de desaparecer para dar paso a los nuevos. Además, si la persona tiene recuerdos dolorosos que pueden causarle problemas de salud como la ansiedad, el olvido es necesario para poder continuar viviendo tranquilamente. Por ello existe el olvido por represión (olvido motivado e inconsciente) y por supresión (intento consciente de no pensar algo).

Diversas teorías han intentado resolver el enigma que planteó por primera vez Sigmund Freud en el año 1910, ligado a la represión y la perversión sexual en la niñez. Durante décadas,  la teoría más extendida era la que defendía que, si los adultos no recordaban su infancia, era porque los niños no generan recuerdos. Pero la realidad era mucho más compleja y poliédrica que eso.

Los niños apenas son capaces de recordar acontecimientos, incluso si fueron capaces de contarlos apenas unos años antes.
Actualmente está demostrado que los niños sí crean recuerdos, sólo que estos desaparecen llegado determinado momento de sus vidas. La autora comprobó cómo niños de apenas dos años y medio eran capaces de dar cuenta de acontecimientos ocurridos seis meses antes, pero tiempo después, los olvidaban. Ello provocó que las investigaciones que se realizaron a partir de este momento se centrasen en descubrir cuándo y por qué razón se desvanecía para siempre de la memoria casi todas estas vivencias.

 A partir de los 6 años y hasta los 13, la mayor parte de los recuerdos comienzan a solidificarse con más fuerza en la memoria. Por el contrario, un experimento puso de manifiesto que los pequeños de entre cuatro y seis años apenas eran capaces de relatar pasadas experiencias, incluso aunque hubiesen sido capaces de contarlas apenas dos años antes. Simplemente, habían desaparecido de su cabeza.

La hipótesis neurológica, una de las más difundidas, sugiere que si los niños no son capaces de mantener sus recuerdos es porque su cerebro aún no se encuentra lo suficientemente desarrollado. El hipocampo del niño, el encargado de dar forma a nuestra percepción y encajar la nueva información con lo anteriormente conocido, se encuentra en pleno desarrollo. No es hasta la adolescencia cuando este sector del cerebro termina de desarrollarse y los recuerdos llegan para quedarse.

Pero esta explicación puramente neurológica no desvela por qué nos acordamos muy vívidamente de ciertos acontecimientos y olvidamos otros.  Aquellos que apelaban a lo emocional podían llegar a recordarse hasta tres años más tarde. Además, los conocidos como “densos” –es decir, aquellos que proporcionaban información de personas, lugares, tiempo, etc.– tenían hasta cinco veces más posibilidades de ser recordados que los meros fragmentos sin conexión. Al igual que lo que ocurre con la memorización de un contenido académico, aquello que se percibe como significativo o conecta con nuestra experiencia cotidiana tiene más probabilidades de ser retenido.

A todo ello hay que añadir la teoría socio-lingüística, que añade a la ecuación la idea de que el niño carece de las herramientas lingüísticas y perceptuales necesarias para localizarse cronológicamente y pensar su existencia de manera temporal. Su vocabulario limitado o inexistente impide que determinado acontecimiento pueda almacenarse bajo una etiqueta, como por ejemplo “fiesta de cumpleaños de mamá”. Por el contrario, este será recordado a partir de pequeños retazos, como el momento del soplo de las velas o la visita de un familiar lejano.

Entre los 15 y los 30 años se produce el ‘golpe de reminiscencia’, el período durante el que se solidifican más recuerdos.

Los recuerdos no son eliminados, sino que siguen almacenados en nuestro subconsciente y, es más, tienen una gran influencia sobre nuestra vida consciente. La memoria no es, para Conway, una forma de retener información pura, sino el eje constitutivo de nuestra identidad. Por ello, las personas mayores tienden a olvidar muchos episodios desgraciados de su vida: es una manera de optimizar sus recuerdos, quedándose sólo con aquello útil o que refuerce su personalidad y descartando lo traumático.

Según el “golpe de reminiscencia”, el período durante el que se solidifican más recuerdos, sería una teoría que explica que las películas, libros y música que conocemos en esos años se recuerden de manera más vívida que las que descubrimos la pasada semana.